sábado, 15 de marzo de 2008

NANOOK, EL ESQUIMAL


Nanook, el esquimal

Producto de las necesidades de la investigación científica, desde sus comienzos el cine se planteó la necesidad de registrar la realidad para presentarla al espectador, aunque siempre hay que tener presente que se trata de la realidad bajo la perspectiva del ojo que la mira, en este caso, a través del lente de la cámara.

Si existe un género cinematográfico para el que lo anterior sea válido se trata, sin duda, del documental, y Nanook, el esquimal, realizada en 1922, está considerada fundadora de dicho género, además de obra maestra del cine silente. Su realizador, Robert Flaherty, es reconocido en la historia del cine como el padre del documental. ¿En qué sentido? Ingeniero de minas de profesión, en un principio Flaherty utilizó el naciente sistema de filmación como una herramienta de trabajo. Con su rústica cámara realizaba las tomas necesarias sobre un territorio o una obra en concreto que debía inspeccionar para la empresa que lo contrataba. Al realizar estos trabajos, comprendió las grandes posibilidades que se intuían con el nuevo invento. Estudió las diferentes tendencias existentes en las películas de ficción y decidió utilizarlas en sus filmaciones; de esta manera, el drama, con su posibilidad de producir impacto emocional, se ligaba con algo real: las personas mismas, su modo de vida y los escenarios naturales donde ésta se desarrollaba. Con estas ideas, creó un nuevo género fílmico, el documental, o el documental de exploración propiamente dicho, mismo que podría comprender varios subgéneros, como el etnográfico, el de viajes o el denominado de naturaleza. Todos ellos tienen un mismo fin: mostrar al espectador un mundo diferente. Costumbres, rituales, paisajes, monumentos, animales, etc., forman parte del repertorio de estas obras. Y todas ellas suelen tener una misma base dramática: el director intenta que el espectador se implique afectivamente con uno o varios de los protagonistas del documental, tratando de conseguir un efecto de afinidad que transgreda la pantalla y sitúe al espectador como protagonista, al identificarse con un alter ego desconocido.

En 1920, Flaherty decidió aprovechar un viaje al Ártico canadiense para filmar la vida de los habitantes de la región situada al nororiente de la Bahía de Hudson. Pasó más de 13 meses en compañía de los esquimales del grupo Itivimuit, convirtiéndolos en sus ayudantes de rodaje. Escogió a Nanook, uno de los mejores cazadores y a su familia como protagonistas y lo siguió en todas sus andanzas diarias. Su registro de escenas de caza al aire libre o las intimistas dentro del hogar, están realizadas con una gran fuerza y sensibilidad.

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José Manuel García Ortega

Dirección General de Actividades Cinematográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México ver más>>

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